Simrock de Bonn fue el mejor editorialista vienés del siglo XIX y, aunque cueste creerlo, el primer truhán que se ganaba la vida pirateando obras ajenas. El modus operandi de Simrock era el siguiente: se hacía con obras publicadas por otras editoriales para luego venderlas como si fuesen suyas.
Entonces no era ilegal en aquellos tiempos, aunque sí poco ético, y por eso hubo varias disputas entre artistas y editorialistas al respecto. En Europa no existía una ley que regulase la piratería y eso frustraba mucho a los artistas de la época. El robo de obras se realizaba, sobre todo, copiando partituras musicales.
Uno de los compositores más afectados por esta práctica fue el compositor alemán Ludwig van Beethoven, el quasi-sordo, el genio del himno europeo. Luis era tan inteligente que para evitar que lo copiaran muchas veces se enviaba a sí mismo por correo postal sus piezas dentro de sobres bien cerrados. Luego estos sobres los guardaba junto con sus recibos (en los que claramente se leía la fecha del envío), y nunca los llegaría a abrir salvo que tuviera que demostrar su autoría frente a un juez.
En la actualidad, las cosas han cambiado mucho y la piratería está provocando muchos dolores de cabeza. Conforme ha aumentado el número de usuarios de Internet, la distribución ilegal de datos no ha hecho más que incrementarse proporcionalmente. Miles de servidores perdidos en toda la red albergan de manera de forma ilícita obras con derechos de autor reservados. Estas obras se ponen al servicio del usuario, quien podrá descargar muchísima información sin pagar por ella.
Para los cibernautas, la piratería no existe, sino que es simplemente una forma de compartir determinados archivos con un "compañero", de la misma manera que lo haría si lo invitase a su casa. No obstante, los profesionales que se dedican al mundo del arte son incapaces de asumir esta máxima. Por supuesto, la piratería no sólo afecta a los compositores. En 2014, el 84% de los contenidos culturales que se adquirían en España fueron de origen pirata. Actualmente, el delito de piratería en España está penalizado con multas que van desde los 150.000 hasta los 600.000 €.
En España, la piratería sigue siendo uno de los asuntos más polémicos de los últimos años. En 2009, la Ministra de Cultura del gobierno del PSOE, Ángeles Gonzalez-Sinde, publicaba una ley contra la piratería: la polémica Ley Sinde. Esta ley intentaba regular, en la medida de lo posible, el flujo ilegal de obras españolas con derechos reservados en el entorno cibernético.
Sin embargo, el dinero es muy goloso. y esta legislación trajo consigo un arma de doble filo que solamente sirvió para enriquecer aún más a este organismo, puesto que la Sociedad General de Autores Españoles comenzó a cobrar derechos de autor por la reproducción de obras que ni siquiera tenían reservadas. Irónicamente, los que debían luchar contra la piratería habían pasado a convertirse en otro pirata más.